jueves, 1 de noviembre de 2012

El Reino de los Mallos



Mientras en la zona del Baix Llobregat y en la frontera con Andorra se iban multiplicando las velas negras, la comitiva que había puesto rumbo a Orna de Gallego se iban alejando de su terrorífico poder. Las montañas de Montserrat cubiertas de una espesa niebla se iban quedando atrás y cuanto más cerca estaban de su destino más se veía  brillar el sol.

La verdad es que hacía mucho tiempo que Guille ofrecía su casa en Orna, en el Pirineo de Huesca,  para pasar un fin de semana y hacer alguna cosilla por sus alrededores, así que desde la última reunión en el “Chiringuito de Al filo” se propuso el 12 de octubre como la fecha definitiva. La verdad es que a pocos kilómetros de la carretera que lleva a Jaca nos encontramos con un precioso y tranquilo balcón abierto los Pirineos,  a mil y una actividad, tantas que no se sabría por dónde empezar.

Sin embargo y por ser la primera vez, las metas estaban ya marcadas, los Mallos de Riglos. Si los Mallos impresionan de lejos, cuando estás debajo de ellos admirando esos paredones se  te hace imposible imaginar a  Rabadá y Navarro trepando pos sus paredes, te has de quitar el sombrero y te  llegas a sentir ridículo cuando ves que tú, con todo tu equipo y las relucientes chapas que brillan a más de 200 metros,  no puedes subir más que una pequeña parte de sus vías.

Llegando a Riglos el día invitaba a escalar y, como tal, se organizó la primera escalada en los Mallos pequeños, para abrir boca, en la Normal de la Aguja Roja, una vía de 125 m. Contentos por haber vencido la maldición de las velas negras y las predicciones de lluvia, los escaladores enviaban imágenes y  comentarios engañosos para que sus compañeros que, por mala suerte, se habían quedado en tierra, fueran apagando las velitas dichosas.

En este episodio no encontramos cabras escaladoras con las que desquitarse,  pero estábamos rodeados de buitres que observaban nuestros movimientos tanto desde el cielo como desde sus nidos, un acuerdo amistoso  entre escalador y ave que parece  algo incomprensible en Cataluña, donde cualquier presencia de un ave en zonas de escalada implica que se impida la práctica de este deporte.

Pasada la primera noche  al abrigo de la estrellas y del fueguecillo, se decidió ir a por otra vía, en el Mallo Cored, esta vez no hubo tanta suerte ya que la aguja elegida estaba un poco descompuesta y la gran cantidad de piedras que iba cayendo hizo que las cordadas se dieran la vuelta una vez pasado el primer largo, en realidad el más difícil de toda la vía. La verdad es que tenemos que dejar algo pendiente para la próxima visita, la Oeste Clásica del Mallo Cored.

El día de regreso amaneció un poco alborotado, iban llegando pequeñas extensiones de los conjuros que se habían lanzado durante de todo el fin de semana desde tierras catalanas llamando a la lluvia, sin embargo  una pequeña ventana permitió hacer la visita obligatoria a las vías de escalada deportiva  en la zona de Rapun nuevo.

Bueno y que como hemos quedado, ¡Ya nos verán más veces en Orna! jejejejeje…… gracias a Guille y family

Rafa, Guille, Alfonso, Mª José, Antonio y Rosa


Mallos de Riglos
Mallos pequeños

Empezamos con la vía Normal de la Aguja Roja.







El Mallo Cored lo dejamos para la próxima.


Y por último el tiempo nos permite hacer un poco de deportiva en Rapun nuevo.








miércoles, 24 de octubre de 2012

Salida anual Club Alpí Baix Llobregat

El fin de semana del 22 y 24 de septiembre tuvo lugar la salida anual multiactividad que se organiza desde el Club Alpí Baix Llobregat, al cual pertenecen varios miembros de Al filo de la chapuza.

En el siguiente enlace podéis disfrutar del artículo y algunas fotos de esta salida, espero que lo disfrutéis y quedáis invitados a la siguiente.



domingo, 7 de octubre de 2012

Los Galayos



Dicen que todo aquel que bebe de la fuente de Canaletas vuelve a Barcelona, creo que a nosotros nos pasa algo parecido con la fuente de Macario. Cuando  bajas del refugio Victory y bebes de ella  la magia te debe hacer olvidar todo lo que te costó la subida:  las tres y pico horas, la solana , las extenuantes Zetas……  y, es por eso que en nuestras mentes permanece la idea de volver allí año tras año.

Lo malo del cuento es que cuando llegas al parking después de más de 800 km por carretera y de haber cruzado media España te viene el flash de la vez anterior:  ves  donde está el refugio, reconoces las Zetas, te cargas la mochila con el peso de material y comida….¡para cuatro días! y  te lamentas de tu mala memoria, que ya no hay vuelta atrás, que ya estás aquí y que hay que subir.

Ese rincón que parece sacado de una historia del Medievo es tan encantador que te invita a pasarte horas contemplando en silencio sus agujas,  El Torreón, el Gran Galayo, El pequeño Galayo, …….. un sinfín de vías y de proyectos que vuelven a nacer al alejarnos unos kilómetros de retorno a casa.

Galayos no sorprende  solamente por su espectacular  imagen si no por su ambiente, siempre rodeado de escaladores, senderista o simplemente de amantes del Galayar , creo que es imposible estar sólo aunque te lo parezca al amanecer siempre te encontrarás con alguien vivaqueando al lado del refugio o bajo alguna aguja.

El objetivo estaba claro escalar el "El Torreón" por la vía Lucas-Sur, meta conseguida, y algo más….. Al final el algo más se convirtió en la vía Sur de la Apretura del Pequeño Galayo.  Un granito duro e inmejorable, unos paredones increíbles y una sensación  de estar colgando del vacío. De repente cuando estás frente al refugio admirando  el recorrido de las vías , contemplando aquello que tanto te ha costado subir , descubres que está siendo un paseíllo para aquella cabra y su cachorrillo que alegremente suben y bajan dando saltos por aquella misma vía, y entonces piensas….. ¿y si en lugar de pies de gato llevase pies de cabra?

Disfrutar de las imágenes y hasta la próxima ocasión aunque creo que  yo no bebí  suficiente de la fuente y recuerdo la subidita…………

Antonio, Rafa, Guille y Rosa


Los Galayos desde la Fuente de Macario
La Zetas
El Torreón



          





El Pequeño Galayo





Para Reyes me pido unos pies de cabra